Planilandia by Edwin A. Abbott

Planilandia by Edwin A. Abbott

autor:Edwin A. Abbott
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Fantasía
editor: Laertes
publicado: 1884-02-27T06:00:00+00:00


SEGUNDA PARTE: OTROS MUNDOS

«¡Oh incomparables mundos nuevos, en los que hay tales personas!»

13. Cómo tuve una visión de Linealandia

ERA EL PENÚLTIMO día del año 1999 de nuestra era, y el primero de la Vacación Larga. Después de haber estado divirtiéndome hasta tarde con mi entretenimiento geométrico favorito, me había retirado a descansar con un problema sin resolver en la cabeza. Durante la noche tuve un sueño.

Ví ante mí una vasta multitud de pequeñas líneas rectas (que yo supuse, naturalmente, que eran mujeres) entre las que había otros seres aún más pequeños y que tenían forma de puntos lustrosos, todos moviéndose de un lado a otro y en una misma línea recta, y, por lo que yo podía juzgar, a la misma velocidad. Surgía de ellos a intervalos un ruido de parloteos y gorjeos confusos y multitudinarios mientras se movían; pero a veces dejaban de moverse y entonces se quedaba todo en silencio. Aproximándome a uno de los más grandes de aquellos seres que creía mujeres, lo abordé, pero no recibí respuesta. Una segunda y una tercera apelación por mi parte fueron igualmente ineficaces. Perdiendo la paciencia ante lo que me parecía una grosería intolerable, coloqué la boca en posición absolutamente frontal respecto a la suya para interceptar su movimiento, y repetí bien alto mi pregunta: «Mujer, ¿qué significa toda esta concurrencia y este extraño y confuso gorjeo, y este movimiento monótono a un lado y a otro a lo largo de una misma línea recta?» —Yo no soy ninguna mujer-replicó la pequeña línea—. Yo soy el rey del mundo. Pero tú, ¿de dónde has venido tú, intruso, a mi reino de Linealandia?

Ante esta abrupta respuesta, dije que pedía perdón si había sobresaltado o molestado de algún modo a su alteza real; y, describiéndome como un extranjero, rogué al monarca que me proporcionara alguna información sobre sus dominios. Pero tuve grandes dificultades para obtener información sobre los puntos que realmente me interesaban, pues el rey daba constantemente por supuesto, sin poder evitarlo, que todo lo que era para él familiar tenía que resultarme conocido también a mí y que yo estaba simulando ignorancia por gastarle una broma. Sin embargo, perseverando en las preguntas, extraje los siguientes datos:

Parecía ser que aquel pobre e ignorante monarca (como él se llamaba) estaba convencido de que la línea recta que él llamaba su reino, y en la que transcurría su existencia, constituía la totalidad del mundo, y en realidad la totalidad del espacio. Al no poder ni moverse ni ver más que en su línea recta, no tenía noción alguna de lo que pudiese estar fuera de ella. Aunque había oído mi voz cuando me había dirigido a él por primera vez, los sonidos le habían llegado de una forma tan contraria a su experiencia que no había contestado nada, «al no ver ningún hombre», según su expresión, «y al oír una voz que parecía salir de mis propios intestinos». Hasta el momento en que emplacé mi boca en su mundo, ni me había visto ni había oído nada más que sonidos confusos chocando con.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.